(Tito Montero)
Con Viejo arranqué una relación basada en fotografías de la vida cotidiana -de Mieres, principalmente, pero también de algunos otros lugares- que sirvieron de soporte ilustrado para el libro Fálame, fála-y, un manual de comunicación en llingua asturiana en el que trabajé junto a Obdulia Terradillos, a finales de los 80. Fotografías llenas de gente más que de lugares, que me devuelven cada vez que visito el libro a aquellos personajes que ahora recordamos como típicos, entre un montón de amigos. Muchos cafés alrededor del escanu del comedor y de la mesita de la salita me sirvieron para conocer a alguien que poco a poco, sin ninguna prisa, acabaría convirtiéndose con sus fotografías en el levantador de acta de los momentos, los rincones y la gente que llena el Mieres donde nos hicimos mayores y seguimos viviendo. Más de treinta años después seguimos hablando de las viejas fotos y de las nuevas que, de hermosas, se irán haciendo viejas en nuestro recuerdo.
A lo largo de estos años seguí su trabajo alrededor de Mieres en libros sobre los años 80-90, del que sigue viva su memoria a través de internet; el que trabajó con el periodista Luis Gancedo sobre el pintor Tinso, uno de los personajes más típicos de nuestros paseos por la villa; el titulado Desde mi ventana, con el profesor Luis Jesús Llaneza; el que consagramos al recuerdo del poeta Xosé Antón García, a quien se dedicó años atrás un Día de les Lletres Asturianes; el que coordinó sobre fotos de Alonso, otro fotógrafo enorme de nuestra memoria del pasado; o más recientemente el que acaba de escribir Ernesto Burgos lleno de apuntes históricos y anecdóticos de nuestra villa y documentado con fotografías históricas, casi todas ellas inéditas y que previamente pasaron por las manos de Viejo.
Este mes pasado necesité una fotografía suya para portada de mi último libro. Y ahí está, llena de lluvia y niebla, de terrazas y gente paseando, del barrio de La Villa al fondo con la chimenea de Barreo desdibujándose como un fantasma del tiempo y una calle La Vega -que nosotros seguimos llamando del Viciu- que no deja de recordarnos lo que fuimos y lo que somos. Y ahí estamos nosotros, personajes que envejecen en sus fotografías, como Ana y yo mismo en el pasillo de nuestra casa, llenos de risa, llenos de brillo en los ojos, llenos de ganas de vivir.
Día a día, una de las principales razones de continuar atento a las redes a pesar de tanta magaya, sigue siendo encontrarme con una fotografía de Mieres que me devuelva la mirada de la gente y, sobre todo, la ilusión de encontrarme con un rincón, un paisaje y una tierra por la merece la pena seguir luchando. Esas fotografías de José Ramón Viejo (Mieres, 1965) son a día de hoy lo mejor de nuestros sueños.
Ismael María González Arias

Los ladrillos
El cineasta sigue los pasos de Eduardo Galeano por Chicago para trazar un recorrido posible hacia el monumento a los Mártires de Haymarket, símbolo de la lucha obrera mundial. Sus palabras y la historia laboral familiar componen un trayecto personal y colectivo por el espacio y por el tiempo.